Las cartas a mis amores muertos son para expresar lo indecible, lo que sólo puede ser mostrado desde la evocación, desde el fragmento, con respuestas y preguntas a la vez, que rememoran “el instante”, lo arrancan del “no ser” y lo retornan al tiempo del acontecer.
Son construcciones de la memoria que no cambian, no envejecen, sólo se van desdibujando sin darse cuenta, van quedando en el olvido, sometiéndolas entonces al agravio más cruel y a la más profunda impiedad.
Son vivencias que desde dentro me ruegan y me alientan a rememorarlas y convertirlas tan solo en un pensamiento, en una espera, quizás en un sueño apacible.
Son prisiones del alma, con historia, con dolor algunas, las menos con indiferencia adquirida al aprender a no odiarlas; cartas nunca enviadas pero con destinatarios conocidos, confesiones logradas, de respuestas y preguntas, que me han liberado de la no libertad.
- El barbudo
- El primer juego II
- El primer juego
- Escenario primitivo
- Haiku III
- La rayuela
- Tan solo una espera
- ¿Te acuerdas?
- Cuéntame el cuento