Las cartas a mis amores muertos son para expresar lo indecible, lo que sólo puede ser mostrado desde la evocación, desde el fragmento, con respuestas y preguntas a la vez, que rememoran “el instante”, lo arrancan del “no ser” y lo retornan al tiempo del acontecer.
Son construcciones de la memoria que no cambian, no envejecen, sólo se van desdibujando sin darse cuenta, van quedando en el olvido, sometiéndolas entonces al agravio más cruel y a la más profunda impiedad.
Son vivencias que desde dentro me ruegan y me alientan a rememorarlas y convertirlas tan solo en un pensamiento, en una espera, quizás en un sueño apacible.
Son prisiones del alma, con historia, con dolor algunas, las menos con indiferencia adquirida al aprender a no odiarlas; cartas nunca enviadas pero con destinatarios conocidos, confesiones logradas, de respuestas y preguntas, que me han liberado de la no libertad.
- Cuando se haya acabado la infinita servidumbre de la mujer
- Dieta de silencio
- ¿El amor? Bien, gracias
- El paso de Júpiter por Aries
- El ramo de la novia
- El tiempo y la memoria
- El valor del secreto
- END
- Géminis: sentimientos y sensaciones
- Hacia el interior
- Haiku II
- Haiku
- Indecisa, rara, nueva
- La misma noche
- Murmuras hoy en libertad
- Nostalgias
- Paso a paso
- Pesadillas
- Presencias II
- Primera soledad
- Queridos reyes
- Sagitario: jugada maestra
- Sólo me dejan salir hasta las…
- Tauro ascendencia Virgo
- ¿Te acuerdas?
- Te tratará como a una reina
- Te viste en otro tiempo
- Tiempo de acontecer
- Amarte, o ser tu amiga